Pequeño Costa Rica, grande corazón

iguana

Hice mi mejor esfuerzo para hacer algunos desvíos en Costa Rica pero hizó sólo unos 650 kilómetros en este pequeño país. Todos los días, me encontré en diferentes paisajes y descubrió un pueblo orgulloso y generoso, que va a mantener su lugar en mi memoria.

Me han dicho, sin embargo, por diferentes viajeros: Costa Rica es caro, no es lo que era hace 20 años, es muy comercial, es « gringoificado », no tiene el encanto centroamericano que Nicaragua puede tener, etc.

Si, McDonalds y compania están aquí i allá, la gente camina en ropa bonita, con grandes gafas de sol, todo está más desarrollado, los coches y los autobuses son recientes, están limpias y no lanzan un gran nube de humo negro. Sin embargo, el encanto de América Central, lo encuentro en el corazón de la gente. Tení un gran dosis de simpatía durante los dos semanas que fue allí.

Entrando Costa Rica

Entrando por esta pequeña embarcación hacia Los Chiles evité la costa del Pacífico, descrito por los Ticos (los costarricenses) ellos mismos de « americanizado ». Esto tal vez me ayudó a tener una visión diferente de Costa Rica. Aquí estoy pedaleando en una ruta bien pavimentada aún estrecha, a través de campos dedicados a la exportación. Mi nariz viaja en aquellos deliciosos aromas de naranjas y caña de azúcar… y pesticidas.

Me detengo en el final del día en un pequeño restaurante y pregunto si puedo acampar en su terreno por la noche. Ellos aceptaron y aquí estoy pasando el final de la tarde en el restaurante, charlando de vez en cuando con la gente que pasa. Entre ellos, Pablo y Walter, que viven en Pital, unos 85 kilómetros de allí. Ellos me invitaron a quedarme allí mañana. No estaba pensando en parar allí … pero ¿por qué no?

Senoras frutasA la mañana siguiente, me paro en una pequeña tienda no muy ocupada a comprar algo para el desayuno. La cajera quiere cocinar un desayuno caliente para mí, y eso sin pedir nada en cambio. A la hora del almuerzo, me paro en un puesto de frutas para hidratarme con una sandía entera. La mujer me invitó a su casa, me ofreció un amplio plato de arroz, frijoles, ensalada y plátano, con un gran vaso de agua con azúcar de caña helada. Incluso me mostró las iguanas colgando por la parte trasera de la casa, desde un alto balcón con vista a un río. Finalmente, por la tarde, llegué a Pital, pasando una noche muy cómoda con la familia de Walter.

Familia PitalLa sauna en lo que me iba en bicicleta en los últimos días se enfrío cuando empezo a caer una gotas al final de la tarde del día siguiente. Llegué en una carretera principal que une la capital con el puerto en el Caribe, un ciclista ya me dio un plátano mientras fomentando mis esfuerzos, y me puso al ritmo de esos camiones que salen los frutas del país, impulsado por un buen viento y ayudado por una rebaja muy suave. Hice 130 kilometros ese día, al llegar a Siquirres, en la intersección de la carretera que me va a traer de vuelta arriba en las montañas. Pudo hacer eso aún si me rompió dos radios en el camino. Pensé que la saga de la rueda trasera estaba acabada en Nicaragua, pero los radios que fueron puesto eran un poco más corto que los anteriores, que no había bastante grande por allá. Ellos estaban rompiendo una a una, yo estaba cambiando ellos uno por uno…

Futbol SiquirresHe sido informado de ir a la cancha sintética de fútbol cuando llegué en Siquirres cuando pregunté para un lugar donde puedo dormir tranquilamente. Pasé la noche con Marco, un señor que vive en una casita por el terreno, hablando de sus viajes en América Central durante los años hippies, cortadas por los terremotos, las guerras civiles, las revoluciones y las contrarrevoluciones. El último partido de fútbol terminó y ponerme a dormir en mi colchón de camping abajo del techo de metal era muy fácil, dos perros guardando mi bicicleta.

Cartago y el Valle Central … en francés

Me desperté en la niebla y estaba listo para subir a 1.500 metros de altura en 90 kilometros, salpicados de descensos que me hará subir de nuevo lo que he hecho antes. Ciclistas competitivos del domingo eran bajando en velocidad alta, me alentando mientras pasando por mí. Hacían todo el camino hasta la costa y volvían en carro. Uno de ellos era pasando por mí en la tarde, mientras yo seguía subiendo, y un tipo me dio una botella de bebida de hidratación y frutas.

Me encuentro con Rafael en Cartago, un anfitrión CouchSurfer. La ciudad es la antigua capital del país, pero no queda mucho de los edificios históricos, los terremotos quitando las cosas y la expansión suburbana de la cercana San José terminando el trabajo. Pensaba pasar dos o tres días con Rafael pero finalmente pasó una semana entera!

Conferencia CartagoRafael es profesor de francés segunda lengua. Costa Rica es el único país de América Latina a tener clases de francés obligatorias en las escuelas. Mientras trabajaba, él todavía está estudiando en una universidad de Heredia, en el otro lado de la capital. Primero, me llevó a la escuela primaria, donde integró mi proyecto en su enseñanza. De acuerdo a diferentes temas que estaba trabajando con el grupo dependiendo del nivel (naturaleza, ropa, deportes), estaba mostrando un video de mis aventuras, y tomaban notas del vocabulario relevante, y después de eso, los niños me preguntaron innumerables preguntas hacia la final de la clase. Unos días más tarde, fui a Heredia a las clases de Rafael. Me impresionó ver a los Ticos hablando un muy buen francés, del empezó al final de la clase, aún si volver al español sería tan tentador. Una de la clase fue sobre la interculturalidad, y eran estudiando un artículo sobre las clases multiétnicas en Montreal. El profesor era muy feliz de tener un quebequense y me integró a la discusión.

familia CartagoEstaba muy feliz de ser integrados a al mundo universitario de aquí, escenario festivo incluido, en Heredia, así como en San José. En 1948, el presidente eliminó el ejército y decidió invertir en la educación: se puede sentir. En Cartago, podía también poner radios más fuente en mi rueda. La familia de Rafael no quería dejarme ir, nos llevamos bien y me invitaron al aniversario simultáneo de dos de su hijos. Luego volví en la ruta.

Subidas y bajadas

No se acabo de ver generosidad por todos los lados! Dejando Cartago, empecé a subir el Cerro de la Muerte, que hoy en día no hace tanto miedo, con un camino bien gradado subiendo la montaña hacia 3.500 metros de altitud. Mientras que subó, la lluvia comenzó a molestarme. Me paro y pongo mi bicicleta en una puerta rejilla para poner mi chaqueta y mis las cubiertas de mis maletas. Curioso, voy a ver lo que hay al otro lado de la valla. Un abrigo allá parece ser un lugar perfecto para acampar para pasar la noche y esperar a que la lluvia se vaya para disfrutar de la subida. Nadie parece vivir en la casa allí. Hay suficiente espacio para entrar mi bicicleta a través de una abertura al lado de la puerta, así que voy a traerla para después explorar un poco más el lugar para ver si alguien.

HugoMe encuentro con Hugo, un chico de mi edad, que ocupa el lugar que pertenece a su amigo. Se alquilan habitaciones, pero el lugar es en algún tipo de actualización. Él me invitó a una fracción del precio que deberías pagar, preparó un fuego para calentar el lugar (a 2700 metros, no es tan caloroso, aún en los trópicos), y cocinamos una comida abundante, incluyendo bebida de caña caliente, que se bebe como un chocolate caliente. A la mañana siguiente, el sol estaba de vuelta, y me voy con él a través de senderos alrededor de la propiedad, en la selva tropical densa, con pájaros coloridos volando en los alrededores.

Quedaba solamente 15 kilómetros antes de tocar la parte superior. Me tomó sólo una hora para bajar durante 45 kilómetros, parando en el descenso a quitarme trozos de ropa o esperar que los camiones lentos se vayan un poco mas adelante como yo era más rápido que ellos. Pura vida.

Hija RomneyHe dormido detrás de una pequeña tienda esa noche, y el dueño me trajo café y pasteles a la mañana siguiente. De vuelta en el calor, a través de plantaciones de café, estaba subiendo una ruta secundaria a San Vito, mucha más abrupta que la buena carretera principal del Cerro de la Muerte. Mientras estaba buscando un lugar para pasar la noche, un ciclista se entrenando me pase y tome mi velocidad para charlar conmigo. Rodney me lleva a su casa, compartiendo su realidad y conocer a su pequeña familia. Dirreción a Panamá la mañana siguiente, a través del tranquilo pueble de Rio Serreno, accesible sólo a través de un camino de tierra, así sin mucho trafico. La oficina de migración de Costa Rica era bien escondida para obtener el sello de salida en el pasaporte, mientras que en el lado panameño, los militares me recuerdan su existencia. Se aprende bastante rápido para olvidarlos.

En resumen, una bomba de generosidad me explotó en la cara en Costa Rica. La única persona antipática que conocí fue en Turrialba. Un radio se rompió en mi rueda, junto a una parada de autobús. Me siento en el banco para arreglar la cosa. Una tipo de arpía me dijo, aparente tomando demasiado espacio con mi culo de ciclista, mientras todavía había más de un metro de espacio disponible: « Aquí es una parada de autobús, señor, no es un taller de bicicleta » « De hecho, estoy parado. Tengo un problema con mi bici, no puedo seguir más. » « Pero este es SU problema, no se preocupamos por SUS problemas. Usted está en EL banco de la parada de autobús. » Sorprendido (y la gente alrededor también), pude sentir algunos frenos en su español y pregunté de donde era. La discusión se volvió al inglés. Era estadouniense o británica, no lo sé, empecé a ignorarla, aliviado: nunca encontré un centroamericano insensible así todavía….


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