En la final de mi último artículo, mencioné que iba a celebrar las fiestas con los amigos de la familia de Pablo. Hacer planes en bicicleta es como comprar zapatos en plena adolescencia y creer que van a durar toda la vida. Hablar de un futuro seguro es una cosa que normalmente evito cuando estoy sobre dos ruedas y he tenido un defecto. Pablo decidió cuando entraba en Zacatecas que va a encontrar sus propios caminos. Ellos quizás encontraron de nuevo los míos un día. A pesar de que finalmente podría todavía ir a Tasquillo para pasar las vacaciones, ya me había lanzado hacia otros horizontes que me llevaron a descubrir muchas ciudades del centro de México y su gente.

Conocí a Cristy, que me hizo descubrir la fantástica Zacatecas y su gastronomía, y también su ciudad natal, Guadalupe, al lado. Tuve suerte porque estaba allí durante el día de la Guadalupe, el 12 de diciembre. Había ya pasado una semana desde que los petardos y los fuegos artificiales nos despertán con un sobresalto al amanecer. Este día fue el punto maximo. Zacatecas es donde he dado una entrevista telefónica a Radio-Canada Saguenay, que visité durante mis calentamiento en mayo y se puede escuchar en francés aquí. Cristy me preguntó si quería hacer pequeñas conferencias en la escuela secundaria donde trabajaba: una grande experiencia con jóvenes bien listos.

Las principales carreteras de Zacatecas a San Miguel de Allende se van o por San Luis Potosí, o por Aguascalientes. Tomé pequeñas rutas entre los dos, sin señalización, preguntando a los habitantes de los pueblos el camino hacia el próximo, que sólo apareció el tercer de ellos en mi mapa. En el camino, Jorge y José me invitó a comer con ellos frijoles refritos y tortillas de maíz.

Miguel, un CouchSurfer, me ha alojado solamente una noche en Dolores Hidalgo, cuna de la independencia mexicana, ¡pero que noche fue! Al llegar, me dice: «Ven, vamos a comer.» Pensé que iríamos a comer tacos o algo así, pero llegué en una fiesta familiar de la graduación de una prima, comida que no tiene fin, tequila a enfermarse y la banda tocando clásicos mexicanos. Más tarde en la noche, después de que los mariachis han hecho una vuelta, un desacuerdo entre dos miembros de la familia llegaron a un golpe en una cara, para transformarse en una batalla general. Me he ido atrás, asistiendo al espectáculo de lejos, el polvo de la tierra dando un halo a los luces que iluminan los golpes borrachos y las lágrimas de las mujeres desilusionadas.

San Miguel de Allende era mucho más tranquilo. Es un refugio tranquilo para muchos estadounidenses que vienen a pasar sus días de gloria. Una mujer recientemente jubilada me ha alojado allá. He disfrutado de los maravillosos paisajes de la ciudad y la comodidad ofrecida por Jayne a enfermarse. Nada grave, como de costumbre: me voy a la cama, duermo, y después estoy mejor.

Celaya no estaba muy lejos y he tenido una bienvenida calorosa de Raúl, quien me dio nada menos que su motorhome como departamento. Conocí a Raúl en frente del supermercado de Dease Lake en la carretera Cassiar en el norte de Columbia Británica. Él estaba en su regreso a casa de su viaje a Alaska en motocicleta y ha hecho en cinco días lo que yo tomé cinco meses a hacer.

A partir de ahí comenzó una semana que contiene unas visitas turísticas, mientras que comencé el rodeo de la megalópolis mexicana hacia el norte. En camino a Angangueo, llegué a la puesta del sol en Maravatío de Ocampo, buscando un lugar para pasar la noche. Gente me recomendaron una pequeña pensión en el centro, pero cuando miré para esta en vano, Concepción ha ido a fuera de la tienda en la que trabajaba para ofrecerme agua y me invitó a su casa para pasar la noche, ofreciendo lo poco que tiene. Dios me puso en su camino, me ha dicho al día siguiente.

Las alturas de Angangueo estan conocidas para ser la casa de invierno de nuestras mariposas monarca, cual una generación completa da una gira cada año en esta rincón de México. Subiendo allá, el olor de los pinos húmedos y los ríos me diste recuerdos de Canadá y me hizo entender porque eligieron instintivamente este lugar. Estas pequeñas cosas valientes hacen 4500 kilómetros para reunirse en millones sobre algunos árboles, ofreciendo un espectáculo tranquilo y sorprendente para el visitante, lo que me motiva a seguir volando a mi manera…

El Estado de México, donde fui después, me ha dado mi dosis de coches, de urbanidad y suburbanidad. Nada parecía cerrar para la Navidad, los comerciantes mantenando sus puertas abiertas para los negocios. Entre nubes de gases de escape, visitó dos sitios arqueológicos que actúan como un obstáculo para el desarrollo tentacular de Ciudad México.

Tula me conquistó por sus impresionantes esculturas situadas en la parte superior de un templo piramidal. Fue une buena idea de visitar temprano en la mañana Teotihuacán, antes de que la horda de autobuses traen las masas de la capital. Podía subir la Pirámide del Sol, la tercera pirámide más grande del mundo, disfrutando de una vista espectacular en solitario de su hermana pequeña, la Pirámide de la Luna y del resto del sitio.

A CouchSurfer me estaba esperando en Puebla, pero la distancia era demasiada grande desde Teotihuacán para hacerlo en un día. Cansado y un poco frustrado por un desvío montañoso de diez kilómetros debido a obras viales, fui tentado por un precio ridículamente bajo de un «Auto Hotel» en la entrada de Texmelucan.
– Son 280 pesos por la noche, dijo el gordito hombre a la entrada.
– ¡Pero está escrito 150 pesos allí !
– Esos son por cuatro horas.
Miré donde estaba. Las habitaciones de motel están en el segundo piso. Abajo se muestra un garaje con una cortina para aparcar discretamente su coche. Las ventanas están tintadas para dar aún mas discreción. Entiendo.
– ¿Estás solo?, me dijo un poco desconcertado.
– Escuche señor. Sí, estoy solo, estoy cansado y lo único que quiero es descansar y no jugar los puercos en esta habitación.
No tenía ganas de pedalear un metro más. «Está bien para 150 pesos», me dijo con una sonrisa, cerrando la cortina detrás de mi bicicleta.

En Puebla, Alejandro me ha permitido compartir su realidad por una semana alrededor del Año Nuevo. Conocí un joven al empezó de las treintas, el corazón en la mano, cuidando a sus viejos padres muy enfermos. Es costumbre aquí que el más joven de la descendencia se hace cargo de sus padres cuando llegue el momento. Él acepta su destino en paz mientras que enseña comunicación en la universidad, dirige documentales y termina su maestría para ser psicoterapeuta. Desde el primer día me integraba a la familia por haberme invitado a los 40 años de boda de una prima (que no termina en una batalla general esta vez). Vi varios de ellos en la noche del 31, donde se espera felizmente medianoche para compartir la primera comida del año.

Alejandro ha asegurado que como de todo: mole, una deliciosa mezcla negra que acompaña la carne; tacos  árabe, un «shish taouk» a la mexicana; posole, una sopa de cabeza de cerdo con maíz gigante; mole de pansa una sopa de estómago de toro; cemitas milanesa, sándwiches de pan de sésamo con carne empanado; molotes de huitlacoche, una masa de harina de maíz rellena de maíz podrido (raro dijo así, pero muy bueno! ) y deliciosos tamales jatotchos y poblanos, una masa de harina de maíz con salsa y carne, envuelto en una hoja de plátano por uno, y el otro en una hoja de maíz. En cuanto a mí, cocinaba mis crepas famosas que han puesto feliz a todos. Bebí ronpope que parece al lait de poule que se bebe en las fiestas navideña en Canadá, comió chapulines (grillos fritos) y todo tipo de postres típicos como camotes, una pasta a sabor de fruta y empanadas de crema, goteando natillas.

Salí de Puebla con el estómago lleno, mi corazón tocado por la generosidad de esta gente dedicada, la cabeza llena de recuerdos de aquellos mexicanos que han construido mi viaje. Adelante ahora es el sur de México, más específicamente los estados de Oaxaca y Chiapas!

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